Las autoridades chilenas y afectados intentaban ayer dimensionar la extensión de los daños causados por el sismo de magnitud 8,3 registrado, el miércoles a las 19:54, frente a las costas de este país y que generó olas de hasta cuatro metros que inundaron varias localidades costeras en medio de la noche.
Ricardo Toro, director de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi), informó en el último balance del terremoto, que afectó el centro y norte de Chile y se sintió en la frontera con Argentina, que se elevaron a doce los muertos y a nueve los heridos.
La mayoría murió por el derrumbe de estructuras, un hombre falleció por un deslizamiento que aplastó la camioneta que conducía y tres más de un infarto.
Coquimbo, Illapel –280 kilómetros al norte de Santiago– y Tongoy, 430 kilómetros al norte, fueron las zonas más afectadas por el terremoto, que duró unos tres minutos y tuvo una profundidad de 25 kilómetros, y posterior tsunami.
La presidenta Michelle Bachelet, quien efectuó ayer un sobrevuelo por Coquimbo, decidió decretar el estado de emergencia constitucional en la región, porque aún quedan más de 70.000 hogares sin luz, anunció Jorge Burgos, el ministro del Interior, en Santiago.
El estado de excepción implica que las Fuerzas Armadas chilenas toman el control total de la zona, redoblan la seguridad, se encargan de distribuir ayuda y, si es necesario, pueden decretar el toque de queda para evitar pillajes.
“Sabemos que hay grandes dificultades. La primera tarea es proteger a las personas, salvar sus vidas y eso es lo que se ha hecho al evacuarlas el día de ayer (miércoles)”, expresó la mandataria.
“A un sismo de tal magnitud, afortunadamente tenemos un número lamentable pero relativamente no tan numeroso de fallecidos”, dijo Bachelet.
En el balneario de Concón, 130 kilómetros al noroeste de Santiago, las primeras olas del tsunami también ingresaron hacia la ciudad, informó su alcalde, Óscar Sumonte. Y en Tongoy, estas avanzaron unos 500 metros sobre la caleta.
Posteriormente, las autoridades levantaron la alerta de tsunami en toda la zona afectada, aunque mantuvieron la suspensión de la actividad escolar. En Coquimbo e Illapel se observaron viviendas desmoronadas, con los techos hundidos y boquetes en las paredes, barcos de pescadores sobre el muelle y muchos botes destruidos.
“Todo quedó mal. Fue un desastre, pérdida total”, indicó Melisa Piñones, mientras pisaba vidrios rotos de su pequeño restaurante en Illapel, que se quedó sin luz ni agua potable.

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