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San Diego, el nuevo centro de prostitución en EEUU


Las bandas criminales se han dado cuenta de que la explotación sexual es una actividad de bajo riesgo que da grandes beneficios.
Flor nunca olvidará el día en el que con 17 años, mientras esperaba el autobús en la ciudad de Puebla (sur de México) para regresar a casa de sus padres, un hombre se le sentó al lado y le empezó a hablar.
"Me dijo que quería que lo acompañara a ver a su hermana para que la conociera y porque estaría más segura allí que en la estación de autobús".
"Le contesté que no quería ir con él pero no me dejaba tranquila. Al final me tomó por el brazo, me sacó de la estación y me llevó a su auto. Me dijo que tenía que hacer algunos recados y me prometió que al día siguiente me llevaría de vuelta a la estación".
Así empezó la odisea de Flor, quien en ese momento no podía imaginar el infierno que se le avecinaba: más de cinco años en una red de prostitución, sometida a abusos físicos y psicológicos, y obligada a mantener relaciones sexuales con desconocidos a cambio de dinero.
La pesadilla de esta mujer, a la que todavía le cuesta explicar los detalles de su terrible experiencia, la llevó a la ciudad californiana de San Diego, en el suroeste de EEUU.
Es en esa localidad fronteriza —a la que fue trasladada por la fuerza en 2008 desde México por sus proxenetas para ser prostituida— en la que ha rehecho su vida, más de un lustro después de que ella y sus captores fueron arrestados por las autoridades estadounidenses.
Según el estudio del Urban Institute, bandas criminales que antes se disputaban el negocio de las drogas ahora están cooperando estrechamente en el de la prostitución.
Además, según la misma investigación, el 20% de las mujeres que son prostituidas son menores de edad —algunas de tan sólo 12 años— y son reclutadas en lugares como escuelas y centros comerciales.
Los expertos no dan una explicación concluyente de por qué el negocio de la prostitución resulta tan rentable en San Diego, aunque señalan que el hecho de que se trata de unaregión fronteriza y turísticaen la que se celebran numerosas convenciones y en la que reside un elevado número de militares, hace que exista una alta demanda de sexo de pago.
"Las bandas criminales se han dado cuenta de que la explotación sexual es una actividad de bajo riesgo que da grandes beneficios", explica en conversación con BBC Mundo Mary Ellen Barrett, fiscal adjunta del condado de San Diego.

"Si te para la policía y llevas en el auto medio kilo de metanfetaminas, te van a detener y es probable que acabes en la cárcel. En cambio, si llevas en el auto a tres mujeres que no dicen nada, las autoridades te van a dejar ir".
"Además, en el caso de las drogas, cuando las vendes tienes que ir a buscar más, con todos los riegos que ello implica, mientras que a las mujeres las puedes 'vender' tantas veces como quieras", señala Barrett.
La funcionaria explica que las víctimas son mayoritariamente ciudadanas estadounidenses, igual que los proxenetas que abusan de ellas. Suelen ser jóvenes que tienen problemas en casa y que en muchos casos han sido abusadas por sus propios familiares.
Según Barrett, desde el punto de vista legal es un desafío llevar esos casos frente a los tribunales, ya que en ocasiones las víctimas, muchas de las cuales sufren estrés postraumático, se niegan a testificar.
En opinión de Meredith Dank, experta del Urban Institute, no es sorprendente la situación que se da en San Diego "dado al alto número de bandas criminales que operan en California".

Drogas contra el dolor

En el caso de Flor, antes de ser forzada a introducirse en el mundo de la prostitución, vivía con su familia en una pequeña localidad a las afueras de Puebla. Cuando no estaba en la escuela, ayudaba a sus padres en el campo.
Según le cuenta a BBC Mundo, durante los más de cinco años en los que fue forzada a mantener sexo a cambio de dinero, le obligaron a cortar la relación con los suyos y estuvieron constantemente moviéndola de casa en casa, para confundirla y que le resultara más difícil escapar.
"En algunos lugares vi cómo abusaban de niñas pequeñas. En muchos casos les dan drogas a las chicas, que las utilizan para no sentir el dolor de ser prostituidas".
En 2008 le hicieron cruzar la frontera ilegalmente por el desierto para llevarla a una casa de la localidad de Escondido, al norte de San Diego.
Al poco tiempo, Flor y sus proxenetas fueron detenidos por la policía y a ella la pusieron en manos de los servicios sociales.
A cambio de que testificara en contra de sus abusadores, le ofrecieron un visado para poder residir de forma permanente en EE.UU.
Después de pasar por varias casas de acogida terminó en un hogar de la organización Generate Hope, que ayuda a mujeres que han sido rescatas de la prostitución a que puedan rehacer sus vidas.
Susan Munsey, directora de Generate Hope, hace hincapié en la falta de espacios donde las víctimas de explotación sexual puedan hospedarse y empezar de nuevo.
También señala que hay que dejar de estigmatizar a las mujeres que son obligadas a prostituirse.
"¿Cómo puede ser que en un país como el nuestro haya niños sin hogar, que son enviados a casas de acogida y acaban siendo utilizados como objetos sexuales?", se pregunta Munsey, quien hace décadas también fue víctima de este tipo de abusos.
"A mujeres como Flor o a mí misma nos da reparo contar nuestra historia porque nos da miedo que nos digan que es nuestra culpa. Nunca tienen en cuenta que se aprovecharon de nosotras y eso no debería ocurrir".
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